Carta de un Misionero
PASANDO EL MONTE DE AQUÍ A ALLÁ
(MATEO 17:20)
En primer lugar es mi súplica, que por favor se lea esta, mi carta, y les
pido que le puedan dedicar parte de su valioso tiempo. Sé que quizá tengan muchas más cosas importantes
que hacer, pero espero puedan hacerlo. No les pido que lean toda la carta de
inmediato, más bien les pido que se puedan tomar el tiempo que crean
conveniente y puedan examinarla detenidamente. Quizá pueden hacerlo en el plazo
de unas horas, unos días o unas semanas, porque es un poco extensa. Quizá
piensen que, bien, podría resumirla, pero he sentido escribir cada palabra que
está en ella, es por eso que necesito que puedan observarla completa. De
antemano, antes de leerla, pido puedan ofrecer una oración a nuestro padre
Celestial para que los acompañe con su espíritu y la puedan entender. Después
de saludarles cordialmente, empiezo a explicarles mi situación.
Mi nombre es Aldo Lozano Ruiz, nacido en Jaén, Cajamarca (Perú) bautizado
en el barrio de Morro Solar (Jaén) el día miércoles 11 de abril del 2007, por
estudios universitarios me mudé a vivir a la ciudad de Lambayeque, al norte del
Perú (por cinco años desde agosto del
año 2006 a agosto del año 2011) donde se
me confirmó el día 24 de junio del año 2007. Se propuso bautizarme de nuevo
pero, después de una entrevista, se me dijo que no era necesario, pues se me
consideró digno y con ello no hacer de nuevo la ordenanza. La iglesia llegó en
el momento preciso a mi vida, pero mucho más que ser un consuelo en mis
aflicciones, me bauticé porque logré saber que la iglesia es verdadera, así que
me luego de mi bautismo, empecé esforzarme para lograr entender muchas cosas
que aun no entendía, en ese entonces. Me
esforcé por lograr una conversión al evangelio, pero los dardos del enemigo
atacaron, mi aún no tan fortificada edificación y a pesar de esforzarme siempre
por estar digno y apoyar siempre en mi barrio de Lambayeque, a partir de
mediados del año 2009; después de una semana que se me llamara como Representante
de los Jóvenes Adultos Solteros; producto de un accidente con mi compañero de
cuarto, con quien alquilábamos juntos para poder disminuir gastos, me alejé de
la iglesia por año y medio. Ese
accidente marcó mi vida, pues el enemigo se encargó de hacerme sentir culpable
y responsable de lo que había pasado y me hizo sentir mucha vergüenza ante
Dios, de manera que equivocadamente, decidí no ir mas a la capilla.
Ya a mediados del año 2010 hubo un acontecimiento que me impulsó a
regresar a la iglesia y a recuperar mi espiritualidad. Mi maestro de
preparación misional (del año 2008), quien se convirtió en uno de mis mejores
amigos, César Nieto Ríos estaba delicado de salud, al punto que le habían dicho
que ya no le quedaban muchos días de vida. Cuando me enteré, fui a visitarle y
algo que no voy a olvidar nunca, y que fue uno de los motores para que
regresara a la iglesia, es que él con su voz entrecortada me invitó a regresar
a la iglesia y poder salir a una misión. Las palabras que recuerdo que me dijo
es: NO TE OLVIDES QUE TU PADRE CELESTIAL TE AMA. Ese momento, en el hospital fue
uno de los momentos cruciales, que me impulsaron a regresar a la iglesia.
Cuando en parte por mi amigo y mis deseos de poder volver a tener la luz
que poseía, decido recuperar mi espiritualidad y me reintegré a la iglesia desde
el mes de enero del año 2011, tras un año y medio de inactividad. Soy consciente
de las malas decisiones que tomé. Pero a pesar de eso, durante ese tiempo nunca
dejé de dudar que la iglesia fuera verdadera. Cuando me uní a ella, no lo hice
por los problemas que tenía o porque quería buscar consuelo. Fue porque pude
obtener una respuesta de la veracidad del evangelio. 18 años fui católico y
personalmente me esforcé por instruir mi vida en principios cristianos. Esto me
llevó a llegar a la iglesia verdadera que amo con todo mi corazón, mente, alma
y fuerza. Desde mi regreso a la iglesia, me puse como meta amar a Dios sobre todas las cosas y a mi
prójimo como a mí mismo, es por eso que antepuse a mis necesidades,
pensamientos, sentimientos, primero los de Dios y de los demás. Pasando yo a
tercer lugar, de manera que pueda empezar a restituir el daño, y sobre todo
para vivir plenamente el evangelio de JESUCRISTO, tal cual él nos lo dio.
Desde que me uní a la iglesia no lo tenía muy bien en claro pero tenía una
remota idea de salir a servir en una misión de tiempo completo. Desde que me
bauticé (Porque tiempo atrás rechazaba también a los misioneros y me rehusaba a
escucharles, pero sabio es Dios, que todo tiene su tiempo), el amor por la obra
misional nació en mi y en todo mi tiempo de actividad he participado
activamente en la obra misional. Recién hace días pude comprender cuál era la
razón de este sentimiento a la predicación del evangelio y pude encontrar una
respuesta al leer mi bendición patriarcal, en la que se me dice que pertenezco
a la tribu de Efraín, los encargados de llevar el mensaje de la restauración a
las demás tribus dispersas.
Recuerdo que desde el momento que me bauticé sentí un gran amor por la
obra misional que en todo mi tiempo de actividad he acompañado a muchos élderes
y hermanas a predicar el evangelio.
Recuerdo que fue un reto bautizarme porque mis padres no me daban permiso
para hacerlo porque no eran miembros (y aún no lo son, en esos entonces yo
estaba en mis últimos meses de minoría de edad)
Tengo muchas experiencias que guardo como tesoros preciosos en mi alma,
producto de colaboración fervientemente y desinteresada en la obra misional.
Uno de los grandes frutos de mi participación en la obra misional fue que junto
a dos misioneras de tiempo completo pudimos lograr bautizar en diciembre del
2007 a un joven que se convirtió en uno de mis mejores amigos. Luis Francisco Benítez
Cubas, que actualmente sirve en la misión en Asunción Paraguay Norte desde el
19 de octubre del 2011. En una de las cartas de mi amigo me hace sentir muy
especial y me hace recordar de que por pequeños medios se realizan cosas
grandes.
Humildemente y sin ganas de gloriarme en nada, porque sé que la gloria es
toda para nuestro padre Celestial, siento que influí de manera positiva para
que él y dos amigos más formaran parte de la iglesia. Con Luis y unos amigos más
de mi primer barrio (Barrio Morro Solar – Jaén) hicimos una promesa al Señor de
que saldríamos a servirle en una misión de tiempo completo. Promesa que aún
sigue vigente en mi corazón y que tengo todos los deseos de cumplirla, pese a
todo lo que ha pasado.
Recuerdo que cuando cumplí un año de miembro en el 2008 se me dio un
paquete azul, para poder llenarlo y poder ir a la misión; en ese entonces aún se enviaban los papeles
por correo y no de la forma que ahora se hace. La fuerte oposición de mis
padres (a los que no culpo por nada, porque sé que me aman, solo que aún no es
su tiempo para comprender el evangelio) que en ese entonces aún no comprendían
mi amor por la iglesia, no pude salir a la misión en ese tiempo. Entre lágrimas
ahora quizá pienso que si hubiera ido en esa época, mis circunstancias actuales
serían muy diferentes, pero sé que todo tiene un propósito, un orden, un tiempo
en el plan de nuestro Divino padre Cestial. El es el dueño del tiempo y del
espacio infinito, y él sabe como ejecutar su obra.
Tras batallar largamente, realicé mis exámenes médicos por primera vez en
marzo del 2011, para ese entonces tenía una relación, de más o menos dos años y
medio con una joven que no es miembro de la iglesia pero que es cristina; relación
que decidí dar por concluida porque sabía que era un impedimento para poder
cumplir mi meta de poder servirle al señor. Fue dolorosa la separación porque es
una buena joven, y todo el mundo apoyaba nuestra relación, sus padres, los
míos, nuestros amigos. Llegamos a pensar, incluso, que formaríamos juntos una
familia y sentíamos que llegaríamos a cumplir esa meta juntos. Mis renacientes
deseos de servir en una misión y el luego contraer matrimonio celestial me
decía que debía dar por concluida esa relación y sabía que lo que estaba
haciendo era una decisión correcta. Aunque todo el mundo me dijo que era un
tonto por hacerlo y que después me iba a arrepentir por eso, lo hice!. Los
misioneros incluso llegaron a darles charlas, pero finalmente decidió no
bautizarse porque no lo estaba haciendo con verdadera intención sino más bien
por complacerme.
Después de casi un año y medio de
estar separados, el mes de setiembre me reuní con ella, porque sentía que debía
hacerlo. Porque pensando en mi meta de matrimonio celestial, después que
regresara con honores de servirle al señor, sentía que quizá ella seguía siendo
la indicada para cumplir esa meta. Ella
me dijo que ya había logrado entender el motivo de nuestra separación. En
cierta forma le comenté que esos sentimientos aún estaban presentes y le invité
a que se pueda dar otra vez la oportunidad de conocer el evangelio, le expliqué
acerca del matrimonio celestial, y de la manera en que podemos lograr tener una
familia exitosa si centramos nuestras vidas en principios cristianos, le
expliqué que no hay éxito en la vida que compense un fracaso familiar, y que es
por eso que las cosas se deben realizar correctamente. Le expuse de que
nosotros debíamos cambiar nuestras circunstancias y no permitir que con
nuestras futuras familias pasen las mismas cosas que han pasado en las
nuestras. Le expliqué que no podemos quitarle el derecho a nuestros hijos de
nacer en una familia, solida y feliz. Le explique cómo es que se realiza el
matrimonio en el templo y que mi meta era, es y será poder sellarme con una
mujer digna y poder tener una familia eterna. En ciertas palabras le dije que
si en dos años regresaba y que si ella lograba comprender los sagrados
convenios que se deben realizar para nuestro progreso personal y familiar y si
ella los aceptaba, podíamos darnos otra oportunidad para llegar juntos a ser
felices como familia eterna.
Retomando el tiempo en el que estaba haciendo mis papeles en marzo del
2011. Luego, pasó un periodo de tiempo en el que los exámenes médicos caducaron
y no pude enviarlos. En octubre, la
noticia de que mi amigo Luis Benítez, el joven que había ayudado yo a bautizar;
iba a salir a una misión me hizo tener más fuerzas para luchar y seguir firme
en mi convicción de ser un representante de Jesucristo Recuerdo que Luis tuvo
un gran desafío para poder salir al campo misional, ya que días antes se le presentó la
oportunidad de viajar a los Estados Unidos con un familiar, pero él recurrió a mí,
a consultarme qué debía hacer. En mi mensaje lo exhorté a que fuese a servir a
Dios, sin dudar nada. Gracias A Dios él pudo salir a una misión y sigue
sirviendo, hace poco cumplió un año. Esto me motivó más a poder seguir luchando con los
desafíos que tenía para lograr la meta de salir a una misión. Realicé de nuevo
mis exámenes en menos de una semana y pude enviarlos en noviembre del 2011.
Para ese entonces mis padres seguían oponiéndose a mis deseos de servir pero a mí no me desanimó, porque sabía que la
causa por la que estaba luchando era justa y verdadera.
En enero del presente año recibo mi llamamiento. Para este entonces ya no
pertenecía a la rama Demetrio Acosta de Lambayeque, a la cual me había mudado
después de estar en el Barrio Lambayeque. Ahora ya pertenecía al barrio
Urrunaga de la estaca El Dorado, en Chiclayo. En mi llamamiento se me indicaba
que saldría a una misión en el mes de mayo. Tuve muchos desafíos que llegaron
casi todos los días, pero mi meta de salir a la misión me mantuvo siempre
firme. De enero a mayo pensé que era bastante tiempo, pero empecé a ser
paciente y empecé a nutrir mucho más mi testimonio. Mientras estaba en la rama
Demetrio Acosta, pude trabajar en el llamamiento de Segundo Consejero de los Hombres
Jóvenes y seguía apoyando a los misioneros en la obra misional con el mismo
amor ferviente en todos los tiempos de mi membrecía. Fue en la transición de
estar en la rama Demetrio Acosta y el barrio Urrunaga, que los más intensos
deseos de servir, llegaron a mi alma. Día a día, fui aumentando mi testimonio
de cada una de las cosas de las que debía predicar.
Logré conocer por mi propia experiencia, que el libro de Mormón es un
libro inspirado por Dios, que cambia vidas. Logré saber que es la clave de
nuestra religión, y que no hay ningún
otro libro en la tierra que sea más correcto. Logré entender que en verdad es
la plenitud del evangelio y que fue escrito por profetas de Dios para la
salvación y el perdón de los pecados de todos aquellos a quienes llegara y que
se dieran la oportunidad de preguntarle a Dios, si era verdadero.
Pude llegar a obtener un testimonio del diezmo, ya que desde el día en que
me propuse a pagar un diezmo íntegro, aún cuando mis pocos ingresos, parecían
acortarse (mientras vivía solo cuando estudiaba la universidad), pude probar a
Dios y recibir sus bendiciones, ya que aún cuando muchas veces no tenía que
comer; cuando a veces no sabía donde comería algunos días, de pronto me llegaban invitaciones de amigos y sucedían
cosas que hacían que nunca falte algo en mi boca. Esas experiencias, las
atesoro en mi alma y nunca las olvidaré. Mi testimonio del diezmo me llevó a ser más
firme para cumplir cada mandamiento que Dios había dado, ya que sabía que nada
nos faltaría, que se si cumplíamos cabalmente, se nos abriría las puertas de
los cielos de par en par. Y que Dios estaba obligado a cumplir con nosotros en
la medida que nosotros cumplíamos con EL.
Pude llegar a obtener un testimonio de la expiación de Jesucristo y
confiar con todo mi corazón en Él, porque comprendí que EL es el (único) camino
(seguro), la (única) verdad, y la (única verdadera) vida. Mi yo carnal logró
experimentar una transformación gracias a su sangre expiatoria. Ahora sé que el
milagro del perdón por medio de Cristo es real, que él no hace excepción de
personas y que invita a los pecadores a venir a él y les promete que si se
arrepienten aún cuando sus pecados sean rojos como el carmesí serán como blanca
lana. Le doy gracias a mi padre Celestial por su hijo Jesucristo y por la
valentía de nuestro salvador de no dudar en ningún momento, a pesar de que su
dolor era inmenso, en dar marcha atrás.
Gracias a Jesucristo, que a pesar
de sufrir también tentaciones y padecimientos, se que podemos ser libres de las
cadenas del pecado. Yo lo experimenté en la carne y pude ser partícipe del
milagro de la expiación. Siento, incluso que llegué a experimentar por mí mismo,
parte del sufrimiento que él padeció, porque fue tan grande el dolor que padecí
y que afronté desde que se me dijo que se aplazaría por lo mínimo seis meses
más para poder servir en una misión, que parecía sentir una infinitésima
porción del dolor que el sufrió producto de mis equivocaciones, pero, gracias a
eso, mi conversión se afianzó más, mi fe y mi testimonio se fortalecieron más.
Mi testimonio se aferró más a la barra de hierro y mis oraciones se hicieron
más fervientes.
Pude llegar a obtener un testimonio del ayuno, a medida que me esforzaba
por ayunar, a veces hasta tres veces por mes para pedir más fortaleza, más
autocontrol y para obtener respuestas a mis preguntas. Pude obtener un
testimonio de guardar el día de reposo, a medida que solo dedicaba ese día para
hacer solo lo que era agradable para el señor en su día, a medida que me
ordenaba para no hacer nada más que los asuntos concernientes a nuestro padre y
poder estar todos los domingos en nuestros centros de reuniones. Desde enero
del 2011 no ha habido un solo domingo que haya faltado a nuestras reuniones, en
día de reposo, en cualquier ciudad en la que estaba.
En este tiempo de probación, pude obtener el firme testimonio y el deseo
inmenso de servir en una misión de tiempo completo como consecuencia de la conversión, la
dignidad y la preparación a la que fui sometido y que pude obtener, como lo
dice el apóstol Russell M. Nelson en su discurso “Preguntadle a los
misioneros”.
Logré saber de que si me esforzaba y me mantenía firme en el deseo de servir
en una misión de tiempo completo, se haría según mi fe. Supe que es mí deber
hacerlo, por las tantas cosas que Dios me había dado, y porque sé que muchas
almas están esperando por alguien que les dé ese mensaje que puede salvar sus
vidas, así como hizo con la mía.
Una semana antes de que llegara la fecha de mi partida (29 de mayo) tuve
la impresión de hablar con mi obispo Carlos Francisco Carvallo Nunton, le
comenté cosas; que, en verdad, ya habían pasado, y que pensaba que había
solucionado con mis líderes anteriores. Lo que es verdad es que desde la
primera entrevista que tuve en los inicios de mi activación (2011) yo siempre fui
totalmente sincero con mis líderes. Es más, ellos nunca tenían que llamarme a
entrevista, porque era yo quien los
buscaba. En cada una de ellas, no hubo nada que no haya dicho o algo que haya
ocultado. Primero con mis obispos del barrio Lambayeque (José Cajusol Chapoñán
y Pdte. Monteza Tanaka), luego con mis presidente de la rama Demetrio Acosta (Pdte
Walter Zeña Chinchay) , luego con mi nuevo obispo en Urrunaga (Edgar Figueroa
Portal) y finalmente con mi recién llamado Obispo (ya que el anterior fue
relevado para ser consejero de Estaca). A quienes agradezco por los ánimos que
me daban para poder cumplir la meta de salir a servir en una misión y por el
respaldo y el apoyo que sé que me siguen brindando en la actualidad.
En cada una de las entrevistas fui
totalmente sincero y se me dio metas que me esforcé y trabajé duro por cumplir.
Si bien hubo momentos en los que mostraba debilidad, producto de algunos
fantasmas me perseguían debido a mis sentimientos de culpa, puedo decir que
desde mi reingreso a la iglesia, en enero 2011, me esforcé por llegar a ser
digno de todas las bendiciones que se promete a todos los miembros sin
excepción y puedo decir, que he llegado
a serlo.
Luego de una conversación con mi obispo y mi presidente de estaca se consideró necesario pasar un proceso para
poder ver mi grado de dignificad y de fidelidad a la iglesia. Pude conversar
con el psicólogo del área, que me alentó y me dijo que si podía cumplir una
misión. Mi presidente de Estaca, envió un mensaje y recibió una respuesta de la presidencia de Área,
de que se me daba una meta de entre seis meses a un año para pasar por un
proceso de prueba, proceso que se acortaría a medida que vaya avanzando mi
progreso.
En menos de seis meses, sino en cuatro, pude terminar una terapia
psicológica, la que concluyó con un informe bastante positivo. Cuando inicié la
terapia; en un principio, sentí una tristeza por lo que estaba pasando, pero lo
afronté en oración y ayuno para que Dios me diera la fortaleza y la paciencia
suficiente para seguir firme en mi decisión de servirle al Señor y para
demostrarle a los líderes que si era merecedor de tal derecho. Fue una tristeza (según Dios) que me hizo
elevarme más de lo que pensaba que estaba, me hizo sentir más de cerca la compañía del espíritu
santo minuto a minuto, segundo a segundo. Sentí que Dios me fortalecía todos
los días y me hizo poder ser paciente.
Pasaron esos meses en los que yo
trabajé apoyando como secretario auxiliar de barrio y a los misioneros; no solo
como parte de mi preparación para salir a la misión , sino como muestra de ese
amor desinteresado en la obra del Señor que siempre he mostrado desde el
momento de mi bautismo. Siento que es
innecesario tener que decir cada cosa que hice, sacrifique y di por la obra, porque
lo hice con el más profundo y puro amor que puede sentir un hijo de Dios por su
obra y por su prójimo y porque sé que es
suficiente que Dios lo sepa, pues él lo sabe y sé que Jesucristo también lo
sabe.
El día 21 del mes de octubre (05 meses después) recibí la visita de mi
presidente de estaca, en la que me dio la noticia de que mi recomendación para
servir en una misión se había cancelada. Para ese entonces yo también ya sabía
que mi recomendación había sido cancelada, ya que en el sistema online de
recomendación figuraba como tal. Lo que no comprendía es que se me dijo también
que ya no podía volver a hacer mis papeles, que ya esa puerta se había cerrado
para mí. En un primer momento la noticia la tome con calma, es más, en ese
momento creo que quien más sufrió fue mi obispo Carvallo, porque sus lágrimas
no dejaban de caer y no cesaron por un buen rato. Yo estaba tranquilo porque sentía que estaba el espíritu de
intermediario y me confortó y consoló. Minutos más tarde empecé a entender lo
que significaba, entonces fue cuando me
quebré en los hombros de mi obispo, a quien le agradezco bastante su apoyo,
desde un principio hasta ahora, y su disponibilidad para llorar con los que
lloran, y sufrir con los que sufren.
Recuerdo que antes que mi presidente de estaca me dé la noticia me hizo
dos preguntas que para mí calaron en mi alma. ¿Amas a Dios? ¿Amas a
Jesucristo? Preguntas a las que respondí
firmemente que si.
El día Lunes 22 empecé mi ayuno y empecé a escribir esta carta, que aún no
se a quien podría estar dirigida; ni quienes la leerán. En mi ayuno he orado
fervientemente para poder obtener una respuesta del Señor, que me diga que es
lo que debo de hacer. Como mantengo
desde el día en que regresé a la iglesia; me reintegré a ella, solo para hacer
la voluntad de mi padre. Mi testimonio y mi fe fortalecidas, y mi grado de
conversión me indican que respete siempre su voluntad y no pretendo ir en
contra de ella. Asimismo mi testimonio, mi
fe fortalecida y mi grado de conversión me indican que siga esforzándome, que
siga perseverando, que no me dé por vencido.
Tras algunas lágrimas, desde el día domingo hasta estos momentos en los
que escribo estos párrafos (Domingo 18 de noviembre), estoy y estaré
fervientemente con la mente abierta para que esa respuesta llegue a mi mente y
poder aceptar la voluntad de mi padre Celestial que sé que me ama y al cual yo
amo con todo mi corazón, mente, alma y fuerza. Respuesta que siento me ha
llegado y seguirá llegando a través de su hijo Jesucristo, por conducto del
espíritu Santo.
Buscando esta respuesta me propuse leer los mensajes de la última
conferencia que tuvimos hace pocos días. He podido ver imágenes, videos que han
llegado justo en este tiempo como respuesta a mis oraciones, he escuchado y
leído consejos, mensajes, correos electrónicos, llamadas; de amigos de mi barrio
Urrunaga, de mi barrio Lambayeque, de mi rama Demetrio Acosta, de misioneros
retornados, de misioneros de tiempo completo, de líderes, que me han ayudado a
mantenerme firme en mi fe y a encontrar consuelo. A pesar de lo sucedido en
ningún momento he negado la veracidad de nuestro evangelio y de nuestra
iglesia. En ningún momento he renegado de Dios, y ni mucho menos he pensado
algo en contra de Él. En estos momentos se que le amo más que a nadie y sé que él
me ama más, pues soy un hijo especial suyo. Mi corazón y mi mente están abocados
a hacer solo la voluntad del señor. Sé que Ustedes son los siervos del señor y se
cuando ustedes hablan, Jesucristo mismo habla. No me atrevería a decir que su
fallo ha sido equivocado.
El día miércoles 24 de octubre; por
la calle encontré a un amigo mío que sirvió en una misión en Colombia, en los
años 2008 – 2010. Me dijo esto: Yo te dije, Aldo, hubiésemos salido juntos a la
misión y no estuviera pasando esto. Como el pensamiento del hombre es limitado,
entonces en esos momentos pensé que tenía la razón, que si hubiera salido en
ese tiempo nada de esto estuviera pasando, es más quizá ya estuviera sellado en
el templo junto a mi esposa. Pero grande es Dios y todo tiene su tiempo en su maravilloso
plan. Si no fui en ese año, fue que no
estaba lo suficiente preparado para representar a Jesucristo, porque a pesar de
acompañar a los misioneros y amar la obra, aún no había experimentado ese grado
de conversión, obtenido un gran testimonio y fortalecido mi fe. Y quizá no sentía
esos deseos que los siento como fuego en mi pecho que me dicen que tengo el derecho y el
deber de servir.
Por ese deseo, sé que soy llamado a la obra. Deseo inmensamente meter mi
hoz con fuerza y traer salvación a mi alma.
Poco a poco, con bastante trabajo, con bastante paciencia, con bastantes
pruebas; puedo decir, sin ganas de orgullecerme ni gloriarme por nada, que he
podido adquirir fe, esperanza, caridad y amor, y entender; sobre todo; que todo
es solo para la gloria de Dios. Poco a poco, y con bastantes obras y mucho
desprendimiento de mi mismo he luchado para lograr fe, lograr ser virtuoso y, adquirir
conocimiento, templanza, paciencia, bondad, piedad, caridad, sobre todo
humildad y diligencia. Por eso se que si pido, recibiré y si llamo, se me
abrirá.
Sé que Dios no hace excepción de personas y estima a toda carne igual. Sé
que el ama a todos sus hijos por igual y no desea que ninguna alma se pierda.
Sé que el siempre está dispuesto a escucharnos y a perdonarnos. Sé que es importante que estemos dignos de ser
representantes de su hijo Jesucristo. Como dijo el Apóstol Russel M. Nelson : El deseo de servir es consecuencia natural
de la conversión, la dignidad y la preparación. Si no sintiera que estuviera
digno, sino sintiera que estuviera convertido, sino sintiera que estuviera
preparado. Créame que no me atrevería, ni siquiera a desear servir en una
misión, como lo deseo tan fervientemente.
Recuerdo que días antes de enviar mis papeles yo me arrodillé al señor
pidiéndole que probara mi fe y se me asignara a una misión aquí en Perú, porque
muchas veces, muchos jóvenes piensan que mientras más lejos vayan su misión
será la mejor. Yo en oración le pedí a mi padre Celestial que probara mi fe. Fui
designado a una misión en EE.UU e ir al MTC en Provo. Lo cual dejó sorprendidos
a todos y a mí mismo. Soy sincero, y es mi suplica que se sienta que lo estoy
siendo, pero yo lo tomé de la forma más humilde. A veces no quería decirlo,
porque sentía que pensarían que me gloriaría en mi llamamiento. Faltando tres meses para que se cumpla el año
en que se me dio mi llamamiento, y me dicen que fue cancelado. Entonces recordé
esa noche que le pedí a mi padre que probará mi fe. Y mi fe, mi corazón y mi
esperanza, me dicen que esta es la prueba que le pedí. Mi fe y mi esperanza me
dicen que siga firme en lo que creo, que no desmaye, que según mi fe se hará, (como
me dice también mi obispo). Es mi fe, la
que me mueve a escribir estas líneas, porque estoy seguro y sé que si tengo fe
aún como un granito de mostaza, le podría decir a un monte que se pase de un
lugar a otro y se pasará, porque con fe nada será imposible.
Sé que esta prueba del señor, se me la da a mí (como Elder Tamani, un
misionero de la misión Chiclayo me dijo), porque sabe que soy capaz de soportarla,
al igual que me dio debilidades en la carne, porque sabe que puedo superarlas,
teniendo la confianza plena en Jesucristo (como me invitó mi presidente de
Estaca). Recuerdo que en cada entrevista me decía: Confía en Jesucristo. Y es
lo que estoy haciendo con todo mi corazón, alma, mente y fuerza.
En estos momentos, por lo cual estoy muy agradecido, se que Él nos da pruebas y aflicciones porque
conoce de nuestra capacidad para soportarlas y superarlas. También se que él no
da mandamientos a los hijos de los hombres, sin antes prepararles la vía, como
siento que ha preparado la mía para poder hacer frente esta prueba. En ningún
momento pedí las debilidades de mi carne. Pero he podido saber que si venimos a Dios, el nos las muestra, pues él
nos las da para ser humildes, y basta con su gracia para poder humillarnos a
él, para que teniendo fe en él, haga de nuestras debilidades fortaleza para nosotros.
Por meses cada vez que se me preguntaba por mi llamamiento, a veces sentía
un poco de temor decirles, porque, para todos parecía algo increíble. Tras algunos
meses, un misionero (Elder Lonsdale) me dijo unas palabras y pude entender, que
yo no era culpable de nada, porque Dios me designó a ese lugar a llevar su
mensaje, y entendí que muchas almas me esperaban, para poder ir y salvar sus
vidas con el evangelio de Jesucristo. Aunque para mí no era necesario tener que
viajar tan lejos, por el amor a Dios y a su hijo, le prometí que si me hacía
servir en Piura o Trujillo (Las ciudades más cercanas a Chiclayo, donde vivo) yo
le serviría con todas mis fuerzas. Y eso
es lo que quiero hacer. Mi fe en Dios me dice que esto es una prueba. Mi
testimonio de la expiación de Jesucristo me dice que luche por el derecho y el
deber de ser su representante, porque he limpiado mis vasos para poder llevar
los suyos.
Tras leer los discursos de la conferencia de Octubre leí muchos mensajes
que me hicieron sollozar y seguir manteniéndome firme, y no darme por vencido. Sé para mí que el
hacerme cancelado la recomendación no significa una derrota, porque para que
signifique eso tuvo que haber una batalla, y aquí nadie ha luchado ni está
luchando contra nadie. No quiero que sientan que estoy iniciando un conflicto
con la iglesia, a la que tanto amo. Siento más bien que es una oportunidad para
poder aumentar mi fe y mi testimonio. Con esta carta no es mi deseo, hermanos,
que se piense que estoy tratando de ir en contra de la voluntad de nuestro
padre Celestial, e ir en contra de la decisión de sus siervos autorizados. Yo
amo a Dios, y siento que les amo a ustedes, y respeto mucho su autoridad. Solo quiero
que vean esto, como muestra de mi fe, mis deseos, mi testimonio y mi
conversión. Como muestra de mis obras, porque fe y obras van juntas, sino la
primera sería muerta en sí misma.
El apóstol Russel M. Nelson en su discurso “Preguntadle a los misioneros” dijo:
“ La decisión de servir en una misión
moldeará el destino espiritual del misionero, de su esposa o esposo y de su
posteridad por generaciones futuras. El deseo de servir es consecuencia natural
de la conversión, la dignidad y la preparación”. El apóstol lo dice y sé
que es verdad!. El servir a una misión moldeará mi destino espiritual,
reafirmará mucho más mi fe, mi testimonio, mi conversión. También lo hará el de
mi futura esposa, de las personas que me rodean (mis padres no miembros, mi
hermano menos activo, y mis demás amigos a los cuales estoy tratando de llevar
el evangelio) y lo que es más importante de mis futuras generaciones. Temo
grandemente por mis generaciones futuras; que pronto vendrán, pero que quizá
podrán verme con tristeza y decepción de no darles el ejemplo y mostrarles lo
que tienen que hacer y lo que no deben hacer para que no sufran lo mismo que
yo. Desde que planifiqué mi vida en base al evangelio de Jesucristo, me propuse
servirle dos años y luego venir y sellarme en un templo a una mujer digna y
tener una familia eterna.
Esa meta es la segunda meta espiritual, que más anhelo, porque, hasta aun
no comprendo el porqué, pero es un grande deseo el de ser padre y educar a mis
hijos en principios cristianos para que tengan una vida de éxito, meta que
pienso cumplir pase lo que pase en el tiempo oportuno.
Sigue diciendo el apóstol….“Una
misión es un acto de servicio voluntario hacia Dios y hacia la humanidad..”.
Mi deseo siempre de ayudar a la humanidad, me motivó desde un principio apoyar
la obra misional. Porque sabía que al igual que yo y muchas personas, ellos
están a la espera de alguien que les dé un mensaje de esperanza y seguridad en
este mundo ajetreado y cambiante. Mi alma espera con ansias las preguntas de
las personas para poder ayudarles, porque sé que puedo ayudarles por medio del
evangelio de Jesucristo y la intervención del espíritu santo. Sé que muchas
personas están buscando con ansias tener felicidad, pero no saben dónde
encontrarla, y es nuestro deber, y nuestra mayor satisfacción poder darles ese
mensaje. He experimentado en carne propia, el gozo que se siente al trabajar
para llevar aún cuando fuera una sola alma al Señor, y sé que el gozo es y será
mayor cuando ayudamos a más de una. Mi
deseo grandemente de contribuir con la humanidad me impulsa a perseverar hasta
el fin.
El apostol Quentin L. Cook en su mensaje “¿Podéis sentir esto ahora?” dijo
: “….A los jóvenes que han estado
expuestos a imágenes inmorales a una edad muy temprana les aterroriza pensar
que quizás ya no sean dignos para el servicio misional y los sagrados
convenios. Como resultado, su fe puede verse seriamente afectada. Quiero
asegurarles a ustedes, jóvenes, que tal como Alma enseñó, mediante el arrepentimiento
pueden llegar a ser dignos de todas las bendiciones del cielo. De eso se trata
precisamente la expiación del Salvador…. En las palabras de Isaías: “Aunque
vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque
sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Se lo que el apóstol
dice es verdad. Que por rojos que hayan sido nuestras trasgresiones, la
expiación de Cristo es real. Dios está dispuesto a perdonar a aquellas personas
que se arrepienten de verdad, y está dispuesto a no recordar más esas faltas.
Eso lo sé, se que lo saben, porque de eso testificamos siempre.
El Elder Shayne M. Bowen en su discurso “Porque yo vivo, también vosotros
viviréis” dice que cuando le preguntan: “¿Cuánto tiempo le tomó superarlo?” (La pérdida de su hijo). El responde: La verdad es que uno nunca lo superará por
completo. Un setenta lo dice, él que está más elevado en el evangelio que
yo. Es por eso, que siento que sino lucho y pierdo esta oportunidad, quizá
llegue a entenderla, pero mi yo natural nunca la superará en mi estancia aquí
en la tierra y viviré con el recuerdo de que pude servirle a Dios con toda mi
alma, pero que no lo hice al fin de cuentas, porque me di por vencido.
Como les digo, veo a esto no como una equivocación suya, sino como una
gran prueba para mi fe. Tengo gran temor por mi futura generación, por mis futuros hijos, nietos, bisnietos, (que sé que
vendrán) que no vean en mi, al siervo de Dios que caminó, oró, y ayudó a
cambiar vidas por medio del evangelio de Jesucristo y que les marcó el camino
que deben seguir, ellos. Es por el amor, créanme, a mi generación futura que no
me puedo dar por vencido.
Desde que mi fe y mi testimonio se afianzaron
en mi alma y me aferré a la barra de hierro. Pude decirle a todo aquel que me
conocía que era mormón, y no me avergonzaba y me esforzaba por vivirlo.
Recuerdo que en la universidad (aún en mi tiempo de inactividad) un día, me
pidieron que saliera a rezar, todos se quedaron sorprendidos cuando primero les
expliqué que era mormón y que orábamos de manera diferente. Con valor pude
hacer una oración delante de aproximadamente más de 30 jóvenes que se miraban
extrañados pensando que estaba loco. Aún en mi tiempo de inactividad sabía que
estábamos en la verdad, que nosotros somos los que pertenecemos a la única
organización autorizada por Dios. Recuerdo que desde el 2009 cuando con unos
amigos empezamos a hacer campañas de labor social por navidad, cada vez que
empezábamos nuestra actividad les enseñé a que empezaran con una oración
enseñándoles a todos los presentes como era la forma de orar de nuestra
iglesia. Tendiendo en mi mente y en mi corazón
la esperanza que por pequeños medios se iban a realizar muchas cosas
grandes. Es por eso que también puedo decir soy mormón, lo sé y lo vivo.
La Hna Ann M. Dibb dijo: En este estado mortal, nadie es perfecto.
Aun esforzándonos con suma diligencia por vivir el Evangelio, todos cometeremos
errores y pecaremos. Qué consuelo es tener la seguridad de que, por el
sacrificio redentor del Salvador, podemos ser perdonados y limpios de nuevo.
Este proceso de verdadero arrepentimiento y perdón fortalece nuestro testimonio
y nuestra resolución de obedecer los mandamientos del Señor y vivir según las
normas del Evangelio….También dice uno de los principios más eficaces del
Evangelio, aunque a veces difícil de aplicar, es la humildad y la sumisión a la
voluntad de Dios. Cuando Cristo oró en el Jardín de Getsemaní, dijo al Padre:
“No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Ése debe ser nuestro ruego también.
Créanme que también ese mi ruego, hacer la voluntad del padre. Sé también con
seguridad que por el sacrificio de
nuestro salvador podemos ser perdonados y limpios de nuevo. He pasado un
verdadero proceso de arrepentimiento y el sentir el perdón de Dio ha
fortalecido mi testimonio y mi resolución de obedecer los mandamientos y vivir
según las normas del evangelio.
El Elder Neil Andersen en su mensaje “La
prueba de vuestra fe” dice “….no os asombréis….del fuego de prueba que os
ha sobrevenido para poneros a prueba… Esos fuegos de prueba tienen como fin
hacernos más fuertes, pero tienen el potencial de disminuir o incluso destruir
nuestra confianza en el Hijo de Dios…Muchas veces, esas pruebas están
camufladas. Se arraigan en nuestras debilidades…. Con la fe, vienen pruebas de
fe, que traen mayor fe. La seguridad reconfortante del Señor al profeta José
Smith es la misma promesa que el Señor les ofrece a ustedes en la prueba de su
fe: “…persevera…, no temas…, no porque Dios estará contigo para siempre
jamás.
Sé que esta es mi prueba de fe y se me ha dado para poder obtener más fé. También
sé que como tal tiene el potencial para disminuir mi confianza en Jesucristo,
pero estoy luchando y lucharé porque no lo haga. Sé por experiencia propia que
con fe, vienen mayores pruebas de fe, pero que la promesa de Dios es también
para mi, para perseverar y no temer porque Dios estará conmigo. No es mi
intención oponerme a la voluntad de mi padre Celestial ni a su autoridad como
siervos de él. Pero sé que esta es mi gran prueba de fe, la que le pedí a Él,
esa noche de octubre del 2011, para demostrarle mi fidelidad.
El profeta Tomas S. Monson en su discurso “Ver a los demás como lo que
pueden llegar a ser” dice: “…Debemos
recordar que las personas pueden cambiar; pueden dejar atrás malos hábitos;
pueden arrepentirse de transgresiones; pueden ser poseedores dignos del
sacerdocio; y pueden servir al Señor diligentemente….”. Citó grandes
ejemplos de cambio radical de vidas, que con humildad, pido que pudieran traer
a sus mentes en estos momentos… Luego también dice… “Es nuestra responsabilidad darles oportunidades de vivir como deben.
Podemos ayudarlos a vencer sus faltas. Debemos desarrollar la capacidad de ver
a los hombres no como lo que son ahora, sino como lo que pueden llegar a ser al
recibir un testimonio del evangelio de Cristo”. Sé que las palabras de
nuestro profeta Monson son verdaderas y se pueden hacer realidad literalmente.
Es grande mi gozo al pensar que tocaré muchas puertas y llevaré el mensaje
a personas que quizá pensemos que no vale la pena darles el mensaje, como quizá
se pensó de mí. Pero grande es Dios que los misioneros y misioneras no se
cansaron y después de tres años que el evangelio había llegado a mi hogar por
medio de mi hermano mayor, y en su tiempo determinado pude entrar en su redil.
Sigue diciendo nuestro Profeta “…Tenemos
la responsabilidad de ver a las personas no como son, sino más bien como pueden
llegar a ser. Les ruego que piensen en ellos de ese modo…. Esta noche hay
muchos entre los nuestros que están sirviendo al Señor a tiempo completo como sus
misioneros. En respuesta a un llamamiento, han dejado su hogar, su familia, sus
amigos, sus estudios, y han salido a prestar servicio. Aquéllos que no
comprenden, preguntan: “¿Por qué responden de tan buena gana y están dispuestos
a dar tanto?”….Nuestros misioneros bien podrían responder con las palabras de
Pablo, el incomparable misionero de antaño: “No tengo por qué gloriarme, porque
me es impuesta necesidad; y, ¡ay de mí si no anunciara el evangelio!”….En las
Santas Escrituras no hay declaración más importante, responsabilidad más
vinculante, ni instrucción más directa que el mandamiento que dio el Señor
resucitado al aparecerse en Galilea a los once discípulos. Él dijo:…“Por tanto,
id y haced discípulos a todas las naciones … Este mandato divino, junto con su
gloriosa promesa, es nuestro lema hoy, tal como lo fue en el meridiano de los
tiempos… como dijo el profeta José Smith: Después de todo lo que se ha dicho,
el mayor y más importante deber es predicar el Evangelio”.
Siento que la declaración más importante de las escrituras es predicar el
evangelio, por eso lo he hecho, en todo mi tiempo de membrecía. Siento que la
orden de ir hacer discípulos para el señor, también es para mí. Es por eso
que sigo perseverando y es por eso que
mi fe y mis testimonios me dicen que debo seguir firme y no darme por vencido.
El Elder Boyd K. Packer en su mensaje
“La expiación” dice “…. Desde el
principio, entendimos que en la vida mortal no seríamos perfectos. No se
esperaba que viviéramos sin transgredir una u otra ley… Porque el hombre
natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para
siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se
despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el
Señor….De la Perla de Gran Precio entendemos que ninguna cosa inmunda puede
morar [en el reino de Dios], por lo que se brindó un medio para que todos los
que pequen se arrepientan y una vez más sean dignos de la presencia de nuestro
Padre Celestial….Se escogió a un Mediador, a un Redentor, uno que viviría su
vida perfectamente, no cometería ningún pecado y se ofrecería a sí mismo en
sacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los
de corazón quebrantado y de espíritu contrito; y por nadie más se pueden
satisfacer las demandas de la ley….Si no han cometido ningún error, no
necesitan la Expiación. Si han cometido errores, y todos lo hemos cometido, ya
sean pequeños o graves, entonces tienen una gran necesidad de averiguar cómo se
pueden borrar para que ustedes ya no estén en la oscuridad….El tercer Artículo
de Fe declara: Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano
puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del
Evangelio….En el transcurso de su vida, quizás hayan ido a lugares donde nunca
debieron ir y hecho cosas que nunca debieron hacer. Si se apartan del pecado,
un día podrán conocer la paz que se recibe al seguir el sendero del
arrepentimiento completo….No importa cuáles hayan sido nuestras transgresiones
ni cuánto hayamos lastimado a otras personas, toda esa culpa se puede eliminar.
Para mí, quizás la frase más hermosa de todas las Escrituras es cuando el Señor
dijo: “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el
Señor, no los recuerdo más”….Ésa es la promesa del evangelio de Jesucristo y de
la Expiación: tomar a quienquiera que venga, a quienquiera que se una, y
hacerlo pasar por una experiencia tal que al finalizar su vida pueda atravesar
el velo habiéndose arrepentido de sus pecados y habiendo quedado limpio
mediante la sangre de Cristo….Eso es lo que hacen los Santos de los Últimos
Días por el mundo; ésa es la luz que ofrecemos a los que están en la oscuridad
y han perdido el camino. A dondequiera que vayan nuestros miembros y misioneros,
nuestro mensaje es uno de fe y de esperanza en el Salvador Jesucristo.
Sé que estas palabras son verdaderas, Sé que por la expiación de
Jesucristo somos perdonados, para que nunca más se recuerde nuestros
pecados. Puede que hayamos estado en
sendas que nunca debimos caminar, pero el Milagro del Perdón a través de
Jesucristo es más poderoso que cualquier cosa.
Cuando el apóstol Jeffrey R. Holland en su mensaje “El primer y grande
mandamiento” dice “….Tras una reunión
llena de júbilo con el Jesús resucitado, Pedro tuvo una conversación con el
Salvador que…. es el momento crucial del ministerio apostólico de Pedro en
forma general y ciertamente para él en lo personal, impulsando a un hombre,
fuerte como la roca, a una devota vida de servicio y liderazgo. Contemplando
las pequeñas barcas….Jesús le dijo a su apóstol de más antigüedad: “Pedro, ¿me
amas más de lo que amas todo esto?”. Pedro dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te
amo”…. El Salvador responde a esa respuesta, pero sigue mirando a los ojos de su
discípulo y dice otra vez: “Pedro, ¿me amas?”. Sin duda un tanto confuso por la
repetición de la pregunta, el gran pescador contesta por segunda vez: “Sí,
Señor, tú sabes que te amo”… El Salvador da otra vez una breve respuesta, pero
con implacable escrutinio pregunta por tercera vez: “Pedro, ¿me amas?”. Para
entonces Pedro de seguro se debe estar sintiendo muy incómodo. Tal vez en su
corazón llevaba el recuerdo de tan sólo unos días antes cuando le habían hecho
otra pregunta tres veces y él había contestado de manera igualmente enfática,
pero de modo negativo. O quizás empezó a dudar si había mal entendido la
pregunta del Maestro de Maestros. O tal vez meditaba en su corazón, buscando
una sincera confirmación de la respuesta que había dado sin demora, casi de
manera automática. Cualesquiera fueran sus sentimientos, Pedro dijo por tercera
vez: “Señor… tú sabes que te amo”…A lo que Jesús respondió….“Lo que necesito,
Pedro, son discípulos; y los necesito para siempre. Necesito que alguien
alimente mis ovejas y salve mis corderos. Necesito que alguien predique mi
Evangelio y defienda mi fe. Necesito a alguien que me ame, que verdaderamente
me ame, y que ame lo que nuestro Padre Celestial me ha comisionado hacer. El nuestro
no es un mensaje débil; no es una tarea fugaz; no es desafortunada; no es sin
esperanza; no ha de quedar olvidada en las cenizas de la historia; es la obra
del Dios Todopoderoso, y ha de cambiar al mundo. De modo que… te pido que dejes
todo esto y vayas a enseñar y testificar, a trabajar y servir fielmente hasta
el día en que hagan contigo exactamente lo que hicieron conmigo”.
Mientras leo este mensaje (hoy martes 30 de octubre), día en el que fui a
dar clase de seminarios,(porque se me pidió que reemplazara a la maestra) pude
leer entre lo que tenía que enseñar, Ezequiel 34, donde nos habla como Jehová
reprende a los pastores que no apacientan correctamente al rebaño . Pareciera
ser en gran parte también una gran amonestación (del antiguo testamento) para nuestro reciente
llamado profeta y apóstol Pedro, que quizá aún no entendía lo que significaba
ese gran mandamiento… Esto también me hace recordar a las palabras de mi
presidente de Estaca, cuando me dio la noticia de la cancelación de mi
llamamiento, cuando me preguntó! Amas a Dios?...Amas a Jesucristo?...Recuerdo
que yo respondí que SI…
Evocando algunos recuerdos y echando una vista atrás. Hoy me pongo a
pensar que ese SI, no fue el primer Te amo, que le dije a Jesucristo, sino al
igual que Pedro, fue el tercero. Quizá en mi experiencia también pude sentir la
amonestación amorosa de nuestro salvador en las mismas palabras que quizá las
sintió Pedro.
Recordando, trasladé mi mente al día 11 de abril del 2007, en el que se me
bautizó y acepté en mi vida el evangelio
de Jesucristo, fue que, (a pesar de mis 18 años de cristiano católico y a pesar
de esforzarme también por cumplir principios cristianos), le pude decir por
primera vez JESUCRISTO, TE AMO. Entonces me esforcé más por entender el
evangelio pero los dardos del enemigo me atacaron. Al igual que Pedro, demostré
debilidad, y aunque no le negué; me aparté por ese año y medio de sus
consejos. Ya en enero del 2011, Le dije
por segunda vez JESUCRISTO TE AMO, entonces ese te amo, estaba lleno de
esperanza, de una intención más fuerte de amarle, ese te amo fue el reinicio de
mi fe; entonces, empecé a comprender, a
aumentar mi testimonio de cada una de las cosas que ahora sé que son ciertas.
Mi segunda respuesta, un poco más firme me hizo entender que como parte de
mi amor al Señor, tendría que apacentar
sus ovejas, entonces a partir de octubre del 2011, me puse como meta el luchar
contra todo para poder salir a servirle en una misión y poder apacentar sus
ovejas, como Jesucristo mismo lo pide.
Fue a partir de ese momento donde me dije a mi mismo que así fuese echado, condenado, arrojado o incluso si todo conspirara
en contra de mí, aun si todo se ennegrecía o se combinara para obstruirme la
vía, yo habría de servirle al Señor y que esta meta sería la primera meta espiritual que pondría por
prioridad en mi vida sobre todas las cosas, aún sobre mis metas personales,
familiares, profesionales. Tuve que poner a Dios y a Jesucristo sobre todas las
cosas. Desde entonces tuve que aceptar burlas, críticas, comentarios negativos,
gritos, insultos hirientes de parte de las personas que más quería, mis amigos y mi familia. Tuve que rechazar
ofertas de trabajo, porque me impedían que saliera en el tiempo planificado e
impedían mi preparación misional. Tuve
que renunciar a seguir otros estudios que tenía planificado, como parte de mi
progreso profesional; porque me quitaban el tiempo que le había prometido al
señor para prepararme para servirle. Perdí,
en situaciones extrañas, el pasaporte que me habían pedido sacar para poder
tramitar la visa, tuve que agenciarme de dinero para poder sacarlo otra vez. Me
robaron luego mis documentos de identidad y tuve que volver a sacarlos porque
eran indispensables para tener todo listo. Me robaron el celular que había dado
a la agencia de viajes y tuve que recurrir a diferentes medios para no perder comunicación con ellos.
Así mismo, acompañaba a los misioneros a diario. Tuve que ingeniarme maneras de
poder obtener dinero, sin que eso obstruya mi preparación y mi aprendizaje.
Cuando veía que mis amigos avanzaban en aspectos profesionales, a veces me
sentía avergonzado y me sentía menos, pero la razón de saber que el trabajo que
yo iba a realizar en el campo misional no se comparará con ningún salario y
ningún ascenso profesional que pueda recibir en esta vida, y eso me motivaba a
seguir firme en mi decisión de servirle al señor. Quizá las palabras más duras
que recuerdo fue cuando mi madre me dijo un día….Qué la iglesia te dé de
comer!. Recuerdo que muy triste por sus palabras (aunque la comprendía) le
respondí que yo sabía que EL SEÑOR me daría de comer. Porque sabía que si
primero me esforzaba por buscar el reino de Dios y su justicia, todo lo demás
vendría por añadidura. Entonces, yo me
aferraba con todas mis fuerzas a su evangelio y a mis deseos de servirle, pase
lo que me pase.
El día 21 de octubre fue mi tercer JESUCRISTO, TE AMO!. Desde ese día he
sentido con más fuerza su amor, he sentido que en verdad le amo y que se lo he
demostrado y lo sigo haciendo. He
sentido que aún cuando las puertas del infierno se habrán de par en par, tenía
que recordar que todo lo que estaba pasando era para obtener experiencia y era
para mi bien. En ningún momento he renegado de Jesucristo, más bien le
agradezco por esta gran prueba de fe. Al verlo en el pequeño retrato, que tengo
de él en mi escritorio, siento que en verdad puedo decirle que le amo, y que se
lo he demostrado. Es entonces; que gracias a esta evocación de sentimientos
producto de mis grandes pruebas de fe, en las que me he esforzado por
demostrarle mi amor, escucho las palabras de Jesucristo que me dicen….
….Todo esto ha sido para tu bien (Hijo mío), porque lo que necesito….son
discípulos; y los necesito para siempre. Necesito que alguien alimente mis
ovejas y salve mis corderos…Porque en verdad necesito que alguien predique mi
Evangelio y defienda mi fe. Necesito a alguien que me ame, que verdaderamente
me ame, y que ame lo que nuestro Padre Celestial me ha comisionado hacer. El
nuestro, no es un mensaje débil; no es una tarea fugaz; no es desafortunada; no
es sin esperanza; no ha de quedar olvidada en las cenizas de la historia; es la
obra del Dios Todopoderoso, y ha de cambiar al mundo. De modo que,…. te pido
que dejes todo esto y vayas a enseñar y testificar, a trabajar y servir
fielmente hasta el día en que hagan contigo exactamente lo que hicieron conmigo.
Siento que esto, que he sentido, en verdad es real. Siento que las
palabras de nuestro apóstol Holland, son reales y sé que debemos salir a
apacentar las ovejas de nuestro Señor, es por esto que tengo la fe y la
esperanza de que aún tengo la oportunidad de hacerlo. Siento que en verdad es
el primer y gran mandamiento que debo cumplir, antes de los demás, antes de
regresar con honores para poder sellarme y tener mi familia eterna, antes de
poder emprender la búsqueda del éxito profesional.
Es maravillosa la manera de actuar de nuestro salvador, y la misericordia
y caridad con la que actuó con Pedro. Aún cuando Pedro no tuvo la suficiente fe
para caminar sobre las aguas, aún cuando Pedro le negó tres veces cuando
azotaban a Jesucristo, aún cuando Pedro no logró entender muy bien la misión
que le había encomendado antes de morir, y quiso olvidar todo lo que el maestro
le había enseñado y volver a su vida anterior. Aún, a pesar de todo eso,
Jesucristo volvió a confiar en él, y lo volvió a llamar para que fuera la
cabeza de la iglesia y le mandara nuevamente a apacentar sus ovejas. Es por eso
que puedo decir que Jesucristo ama a toda carne por igual, sin hacer excepción
de personas. Hoy domingo 18 de noviembre escuché un mensaje que pienso tenía
mucha razón, ese mensaje decía que a
Jesucristo no le interesa las situaciones por las cuales una de sus ovejas pudo
haberse perdido, si fue por casualidad, intencional, circunstancial u otro
motivo. Lo que verdaderamente le interesa a Jesucristo es que sea rescatada, es
por eso que dice al pastor que aún cuando se le perdiera una sola oveja, que
deje las noventainueve restantes y vaya por la oveja perdida y la traiga, y
haga fiesta tal como la hizo el padre que encontró a su hijo perdido. Vayan y
rescátenla es la exhortación de nuestro padre Celestial
En verdad, como les digo hermanos, no es mi deseo ir contra los designios
de los siervos autorizados, pero es mi deber seguir demostrándole amor a mi
padre Celestial, amor a Jesucristo y a su obra maravillosa; es por ello que sé,
que, esta, mi gran prueba de fe, ha sido para demostrarle que le amo y para
saber que él me ama y para sentir esos deseos más intensos de servir. Aún
cuando mi presidente de estaca no me da ninguna esperanza de que mi situación
se solucione, mi fe me dice que algo sucederá
y mis deseos de servir se han incrementado más. Gracias a esta experiencia, he
obtenido el testimonio suficiente para poder exhortar a todos a que se
arrepientan, para que puedan venir y ser limpios de todo pecado, como dice en
Ezequiel 33, 15 – 16 …Si el malvado
restituye la prenda, devuelve lo que haya robado y camina en los estatutos de
la vida, sin cometer injusticia, ciertamente vivirá, no morirá. No se le
recordará ninguno de sus pecados que había cometido, hizo lo que es justo y
recto; ciertamente vivirá.
Quizá se piense que no habrá restitución para el daño que me hice a mí
mismo, porque nunca he hecho daño a ninguna otra persona. Pero sé que he
trabajado muy duro para poder hacerlo. Esto me ha costado muchas aflicciones,
mucho sudor, muchas pruebas, muchos sacrificios, muchas lágrimas. Cosas que en
nada se comparan con el sentimiento de ser perdonado, de ser limpio, de ser
digno de todas las bendiciones del cielo que se prometen a los que se
arrepienten, (como dice el apóstol Quentin L. Cook) y como lo expresa perfectamente
el mensaje de nuestro profeta TOMAS S MONSON en su discurso “Los templos son un faro para el mundo” (que he visto hoy
miércoles 31 de octubre, ) en el que dice “Ningún sacrificio es demasiado
grande, ningún precio demasiado caro, ningún esfuerzo demasiado difícil para
recibir esas bendiciones…. Cuando ustedes y yo vayamos a las santas casas de
Dios (a lo que se puede también atribuir el salir a la misión) seremos más
capaces de soportar cada prueba, cada tentación, (en ese sagrado santuario), encontraremos
paz, seremos renovados y fortalecidos, hagamos cualquier sacrificio que sea
necesario (para asistir al templo) y tener el espíritu (del templo) en nuestros corazones y nuestros hogares. Con
la esperanza de salir a la misión antepuse todo para poder lograr esa meta,
sigo anteponiendo todo, para lograr esa meta. Y no me arrepiento. Hace un mes y medio, pude entrar en el Santo
Templo de Lima. Por primera vez pude experimentar y ser partícipe de las
grandes cosas que se realizan en ellos. Por primera vez estuve en la casa de Dios y
pude sentir que podría ser mi casa también en la medida que me siguiera
esforzando por mantenerme digno y limpio. Este próximo 23 de noviembre entraré
nuevamente al templo para hacer algo que he sentido hacer y que más adelante
explicaré.
Quiero que me crean, cuando digo que no es mi intención justificarme o
esconderme en las palabras inspiradas de nuestro profeta y nuestros apóstoles.
Solo quiero expresarles que sé que son verdad, y sé que sus palabras son
reales. Sé que son para todo el mundo y sé que pueden ser para mí también. Sé
que ustedes lo saben y sé que de eso testificamos. Solo quiero pedirles la
oportunidad de que esas palabras inspiradas se cumplan en mí, como se pueden
cumplir en todas las personas sin excepción, en todo el universo.
Vuelvo a expresar mis deseos de hacer siempre la voluntad de mi padre, por
ello estoy orando y ayunando. Vuelvo a expresar mi respeto por los siervos
autorizados de él. Vuelvo a decirles que no considero errónea su decisión, pero
quiero suplicarles que puedan leer esta carta, meditarla y así mismo, que puedan
ofrecer una oración y (quizá, porque no
me atrevo a exigirles) en espíritu de ayuno, consultar a nuestro padre
Celestial qué es lo que deben hacer. Es mí suplica que se den el tiempo
suficiente para poder analizar mi situación, y que quizá me den un tiempo más a
mí para seguir preparándome, puesto que aún me falta aproximadamente dos años
para que ya no esté en el plazo permitido para poder salir a la misión. Es mí
suplica que puedan leer, meditar y orar para poder dar una respuesta a ésta mi oración:
De ser un representante de Jesucristo en la tierra y aparecer sin culpa ante
Dios en el último día.
Amados hermanos, créanme que no es mi intención juzgar a nadie, porque sé
que la justicia es mía, dice Jehová Dios,
Y también sé que la iglesia es perfecta, los imperfectos somos los hombres; pero
siento decir que penosamente conozco jóvenes que muchas veces salen al campo
misional sin ningún testimonio, pues lo hacen como una obligación, costumbre o
tradición (aunque no dudo que en el campo misional obtengan el suyo); a mí me
costó muchas pruebas, lágrimas, sudor, desprendimiento, aflicciones, tiempo,
para obtener el que tengo ahora. Sé de jóvenes que no desean ir a la misión, mi
deseo es tan grande que he sacrificado y dado muchas cosas por amor a la obra,
cosas que gustoso sigo ofreciendo sin reproche. Sé de jóvenes que rechazan
llamamientos misionales por no agradarles el lugar a donde fueron enviados,
mientras yo mismo pedí a Dios que me designara a una misión dentro de mi país y
le prometí que serviría con la misma devoción si se me designara a trabajar en
misiones como Trujillo, Piura. Sé de
misioneros en el campo que no trabajan con todo su corazón, mente alma y
fuerza, sino más bien como una obligación y no le dan la importancia que se
merece la obra del señor. Cuando es mi deseo poder trabajar por todos aquellas
personas que me apoyaron desde un principio para poder estar donde estoy
(amigos, lideres, misioneros); trabajar por aquellas personas que no pudieron
también servir en una misión, como mi hermano que hizo el intento, pero que
quizá no luchó un poco más. Trabajar tres, cuatro, cinco veces más por aquellas
personas que no tuvieron la oportunidad de hacerlo.
Se de jóvenes retornados que siguen siendo los mismos como antes de salir,
y yo más que todo veo a la misión como una gran meta que me ayudará a cumplir
mis siguientes metas espirituales y que cambiará mi futuro, el de mi familia y
el de mis generaciones. Sé de jóvenes que salen sin decir la verdad. Yo la dije
desde un principio, no tuve temor de nada, porque sabía que hacía lo correcto.
Porque sé que lo hacía ante un Dios misericordioso, bondadoso y caritativo. Desde
la primera entrevista con mis líderes (principios del 2011) siempre fui
sincero. No se consideró que pasase por algún consejo disciplinario y ya en mi
tiempo de actividad, siete meses después, me ayudaron a prepararme para poder
recibir el sacerdocio de Melquisedec (setiembre del 2011), y hace dos meses
atrás (13 Setiembre) pude entrar dignamente a la Casa del Señor. La cual fue
una experiencia que siempre recordaré. Me esforcé mucho para que se me
encontrara digno de poder ingresar a un Santo Templo y sé que mi obispo, no me
hubiera encontrado en esa condición, no me hubiese permitido hacerlo.
Penosamente se de jóvenes que están por salir a la misión, se envisten y luego
quebrantan leyes y pasan por un periodo
de prueba de por lo menos un año para poder tener otra oportunidad de salir a
la misión. Yo aún no he recibido investiduras y desde mi activación a la iglesia en enero 2011 me he
esforzado por cumplir con todas las leyes y mandamientos.
Sé que también tuve y tengo muchos errores y las concupiscencias y debilidades de mi
carne me hacen imperfecto pero sé que Dios sabe me he esforzado día a día,
minuto a minuto, segundo a segundo, para poder ser manso, limpio, digno, honrado,
verídico, casto, puro, benevolente, virtuoso. Quisiera no decir esto pero, en
verdad puedo decir que he sufrido muchas cosas y espero sufrir muchas más. Porque,
en verdad, (y pido a Dios que puedan sentir mi sinceridad, porque soy sincero y
me tengo especial cuidado en cada palabra que escribo para que se sienta que lo
soy y no sonar como un fanático
religioso o un alguien exagerado); sé que si hay algo virtuoso, o bello, o
de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiro. Y aspiro que mi futura familia pueda hacer lo
mismo.
Lastimosamente también conozco personas que han sido líderes en el
sacerdocio, misioneros retornados, y personas que aún teniendo un testimonio
firme del evangelio, pero que quizá por alguna artimaña del enemigo, se han
alejado de la iglesia. Es mi intención fortalecer mi testimonio cada vez más,
para que aún cuando los dardos encendidos, las tentaciones o los vientos
impetuosos del enemigo ataquen, me mantenga siempre dentro la senda angosta. Sé
que el que tengo ahora, pase lo que pase, no permitirá que me aleje de la
iglesia. Pero sé que el testimonio que podré adquirir en el campo misional, me
mantendrá inamovible de la senda estrecha. Como le decía a mi obispo Yo nunca
quiero volver a alejarme de la iglesia.
Esa es mi meta, por la cual trabajo en base a fe y obras, edificando mi vida en
la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, para que
cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, no tenga poder para arrástrame. Sé
que al sobrevenirme peligros que amenacen quitarme la paz, tengo en Dios gran
confianza y vencido será Satanás, porque de Dios no dudo ni he dudado en nada,
y he probado ya bien su bondad. Sé que
Cristo es un fundamento seguro, sobre el cual me esfuerzo y me esforzaré
siempre por edificar mi vida, y sobre el cual quiero que mis generaciones edifiquen
la suya.
Sé que tampoco fue un error que haya vuelto a evocar aquellas cosas que
pasaron y que solucioné con mis lideres en Lambayeque. Si tuve esa impresión,
fue porque tenía que suceder así. Tengo que dejar en claro, que las faltas mas
graves, nunca más las volví a cometer. Creo que es por eso que mis líderes
nunca consideraron necesario que pasase por
un consejo disciplinario, porque vieron que podría solucionar mis
problemas, si me esforzaba por cumplir las metas, lo cual se hizo realidad en
menos tiempo de lo planificado. Yo se
que Dios así lo sabe, porque lo siento así. Es por eso, que fui asignado a
varios llamamientos y pude trabajar para dignificarlos.
Sé que muchas personas de mis barrios en Urrunaga, Lambayeque y Jaén, comparten mi tristeza ante esta
situación, y también se sienten extrañados por lo que ha pasado conmigo, porque
han sido testigos de mi esfuerzo. He visto llorar a mi obispo. He visto
sollozar a ex presidente de rama y
llorar a su esposa. Hoy (18 de noviembre ) el segundo consejero de mi
barrio, Walter Gomez, también estuvo a punto de llorar y me hizo sentir que ese
sentimiento de tristeza también lo estaba compartiendo todo el barrio, pues
veían en mi a un joven que se esforzó y dio todo de sí para poder salir al campo
misional. Sé que ese sentimiento también lo comparten mi distrito Lambayeque,
mi barrio Morro solar, mis amigos miembros, misioneros, ex misioneros y todas las personas que fueron testigos de
todo el empeño que yo le puse a esta meta espiritual. Pero que bueno que Dios
me haya hecho pasar esto, porque a aquellas pocas personas que esta carta está
llegando, les está fortaleciendo y les está ayudando a ser más firmes en la fe.
Sé que este testimonio ayudará a muchos jóvenes, para que sepan que deben tomar
decisiones correctas y que su deber es servir al señor con todo su corazón,
mente, alma y fuerza.
Hermanos, al leer esta carta, solo les pido que no solo piensen en mí,
sino que piensen en mis generaciones futuras y que piensen en las personas cercanas
a las que con mi ejemplo pude, puedo y podré ayudar; y a las personas que a
través de mi, como instrumento, podrán experimentar esa felicidad que nosotros
experimentamos al vivir el evangelio de Jesucristo. Que también piensen en el respaldo que me
brindan mis líderes y los miembros de cada uno de mis barrios.
Sé que soy un ser imperfecto, pero día a día me esfuerzo por ser mejor.
Día a día estoy cumpliendo los mandamientos de Dios. Sé que he limpiado mis
vasos y me encuentro digno de llevar los vasos del señor. Sé que soy digno de
ser un representante de Jesucristo, aquí
en la tierra. Sé que la expiación de Cristo es real, es para todos, es
accesible y nuestros pecados son borrados para no ser recordados jamás. A esto
apelo, porque esto sabemos, esto enseñamos, esto testificamos. Sé que existen
consecuencias por nuestras decisiones, pero sé que el milagro del perdón es
real y es más poderoso que todas las cosas. Amo mucho esta iglesia, amo mucho a mi padre
Celestial, amo demasiado a Jesucristo, y sé que me aman.
Hoy domingo 04 de noviembre, mientras escucho la devocional de la JAS; Gerard
Caussé; el Primer Consejero del Obispado Presidente dice “…..A veces el cambio de rumbo en nuestra vida
ocurre por pruebas y desafíos inesperados……Por experiencia, he aprendido, que solo
tenemos control parcial de nuestra vida… En algunos la incertidumbre crea falta
de confianza y temor al futuro que se manifiestan en distintas formas…Hay otro
sendero aparte del temor y la duda o la gratificación de placeres, un sendero
que brinda paz, confianza, serenidad en
la vida. No pueden controlar todas las circunstancias de su vida, les ocurrirán
cosas buenas y cosas difíciles que nunca esperaban. Sin embargo declaro que ustedes
tienen control de su propia felicidad. Son los arquitectos de ella….Cuanto más
mayores somos más miramos hacia atrás y nos damos cuenta que las circunstancias
externas no importan ni determinan nuestra felicidad. Nosotros determinamos
nuestra felicidad. No! La felicidad no es el resultado de la circunstancias de su vida. Es más bien el
resultado de su visión espiritual y de
los principios sobre los cuales basan su vida. Esos principios les brindarán
felicidad a pesar de los desafíos y las sorpresas inesperadas que
inevitablemente afrontarán en su estancia aquí en la tierra”.
Por mucho tiempo pensé que el resultado de mi vida, era producto del
fracaso familiar en el que crecí. Por mucho tiempo me llené de sentimientos
negativos a mi propia familia. Esos sentimientos me llevaron a sentirme culpable
y a las vez víctima de lo que ocurría alrededor mío y a buscar salidas
equivocadas a mis problemas. La iglesia me hizo conocer que había otro sendero,
muy diametralmente diferente al sentimiento de incertidumbre y duda que
vivía. Me hizo conocer que yo no era
culpable de nada, que tampoco era una víctima y que mi felicidad no dependía de
las circunstancias externas de mi vida, de lo que había pasado o de aquellas
que no pude, ni puedo controlar. Me llevó a tomar la firme determinación que yo
era quien forjaría mi propia felicidad. Me llevó a desechar todos los
recuerdos, pensamientos, sentimientos negativos que sentía, que me deterioraban
internamente. Ahora que llevo tres años
y medio de actividad en la iglesia he comprendido que nuestro destino es ser
feliz independientemente de lo que no podemos controlar. (Esto también lo
aprendí leyendo Los 7 hábitos de los adolescentes efectivos de Sean Covey, antes
que me uniera a la iglesia, acertadamente miembro de la iglesia, y también
gracias a la ayuda del Obispo Edwin García, mi consejero y psicólogo)
El presidente Cuassé sigue diciendo “….Esta
es la paradoja y el milagro de la creación….El universo es inmenso e infinito y
sin embargo a la vez cada uno de nosotros tiene un valor singular, glorioso, e
infinito a los ojos de nuestro creador. Mi presencia física es infinitésima y
sin embargo mi valor individual es de importancia incalculable para mi padre
celestial. - (El presidente Uchdorft declaró)- Donde quiera que estén, sea cual
sea su situación. Ustedes no han sido olvidados. No importa cuán oscuros
parezcan sus días. No importa cuán insignificantes se sientan. No importa cuán
relegados crean que estén. Su padre celestial no los ha olvidado de hecho EL
los ama, con un amor infinito. Ustedes son conocidos por el ser más poderoso y
glorioso del universo. Los conoce y los recuerda. El rey del espacio infinito y
del tiempo los ama. El saber que Dios nos conoce y nos ama personalmente es
como una luz que ilumina nuestra vida y le da significado!”
…El amor de los hombres a menudo es
imperfecto, incompleto o egoísta. No obstante el amor de Dios es perfecto,
completo, desinteresado. Quien quiera que sea yo, tenga o no tenga amigos, sea
o no sea popular y aun si me siento
rechazado y perseguido por otros tengo la absoluta certeza de que mi padre
celestial me ama. El conoce mis
necesidades, el entiende mis preocupaciones y está ansioso para bendecirme. La
máxima expresión de su amor por mi es que de tal manera amó dios al mundo que
ha dado a su hijo unigénito. El no quitó
del salvador su amarga copa y seguramente sufrió en agonía, al ver padecer a su hijo en el Getsemaní y en
la cruz. Cristo expió por los pecados de todos los hombres y parte de esa gran
expiación estaba dirigida a mí y esa está reservada para mí, ese don infinito
compartido por el padre y su hijo confirman a mi alma el valor individual que
tengo para ellos.
Por mucho tiempo, siempre viví rodeado de amigos, porque fueron ellos en
quienes me refugié buscando el cariño y el amor parecía que no sentía en mi
familia. En mucho tiempo pasé a ser, en cierta forma el joven popular rodeado
de amigos por todos lados, el joven que sonreía a todos y que no tenía ningún
problema. El alejarme de mis amigos, significó para mí un gran sacrificio y
desafío. Pero lo hice y como hace dos años que no tengo contacto frecuente con
mis mejores amigos. Aunque no son malas personas, más bien son jóvenes
universitarios y profesionales, no entendían que había decidido cambiar mi
vida, regresar a la iglesia y servir a Dios sobre todas las cosas. Por dos años
me he sentido rechazado por ellos; pero yo sabía que si confiaba en Dios y Jesucristo,
nunca iba a estar solo. Porque ellos conocían mis necesidades, entendían mis preocupaciones.
Esta noche (del domingo 04 de noviembre) mientras hacía mi oración para
acostarme, empecé a orar fervientemente al señor, me humillé, y le supliqué de
rodillas….que por lo que más quería no me abandonase, ni me dejase solo en este
tiempo de aflicción y prueba. Por un instante le supliqué, de verdad, que
porfavor pasase de mí esta copa amarga, pero cobre el valor para decirle que no
se haga mi voluntad que se haga la suya. Pero empecé a llorar, pidiéndole ayuda
para soportar todo esto. Ya recostado, las lágrimas cayeron más y más; intenté
comunicarme con mi obispo, porque por un instante me sentí, en verdad,
abandonado, solo. Le pedí a Dios que por favor que quitase de mí esos
sentimientos y que no me abandonara, porqué yo sabía que le había demostrado
fidelidad completa. Luego me levanté de la cama y encendí la computadora para
recodar las palabras que escuché en la charla de hace unos minutos atrás….y
pude tener la certeza de que Dios me amaba, que nunca que iba a dejar solo (aún
cuando escribo estas líneas – lunes 05 de noviembre, no puedo evitar las
lagrimas, pero tengo la certeza de que eso ocurrirá). Que Dios no me abandonará,
pase lo que pase. A partir de ese día, me siento tranquil y siento, en verdad,
una confianza especial en Dios y Jesucristo, porque pase lo que pase, se que el
espíritu está constantemente repitiéndome: Oh está todo bien!
Coincidentemente, en la charla también se habló de una carta. La cual me
hizo recordar a esta que estoy escribiendo, que servirá también para en un
futuro cercano o lejano le diga a mi querido Yo, que nunca dejé de luchar, que
siempre me mantuve firme y fiel a Dios. Que a pesar de que si fui o no fui a la
misión. Este testimonio, esta fe, y esta conversión, serán los motores para
nunca apartarme de la iglesia. Esta carta también me servirá para que me
recuerde lo que estoy haciendo, que siempre hice mi parte, esperando que Dios
haga la suya, que siempre estuve dispuesto a aceptar la voluntad de mi padre,
que sigo teniendo metas espirituales que pienso cumplir y que sobre todo que he
logrado sentir que Dios me ama. Coincidentemente, (aunque sé que no es
coincidencia, porque con mi obispo ya hemos tenido experiencias donde hemos
podido ser guiados por la revelación que el recibe como juez de Israel) el día miércoles 31 de octubre mi obispo me
dijo exactamente las mismas palabras que pude entender por medio del Presidente
Caussé. Que cuando lea más adelante esta carta, independientemente de lo que
suceda, me servirá como muestra del gran testimonio que he podido obtener de
cada una de las cosas que sé que son ciertas.
Al escuchar la historia, en el que se refería una joven que había recibido
una carta de ella misma, de cuando tenía siete años, y más adelante explicaba
una situación hipotética en la que nosotros pudiéramos recibir una carta escrita
en nuestra existencia pre-terrenal, esa carta tendría las siguientes palabras ….”Querido YO te escribo, esta carta, para que recuerdes quien quiero llegar a ser.
Me regocijé por la oportunidad de ir a la tierra. Sé que la vida en la tierra
es un paso esencial para permitirme crecer y alcanzar mi pleno potencial y
vivir para siempre con mi padre Celestial. Espero que recuerdes que mi mayor
deseo es ser un discípulo de nuestro salvador Jesucristo. Yo apoyé su plan y
cuando este en la tierra quiero ayudarle en su obra de salvación. Por favor
recuerda también que quiero formar parte de una familia que quiero que esté
junta por toda la eternidad”.
Estas palabras me hicieron recordar a mi bendición patriarcal que (recibí
el 25 de marzo del 2012 y que) dice… “Aldo
Lozano Ruiz…Debes tener conocimiento que en la presencia de tu padre celestial,
tú fuiste un hombre muy obediente y fiel a él, por lo que obtuviste la
oportunidad de ganar tu primer estado y habiendo ganado tu primer estado, tu
padre Celestial nuevamente te llamó para prepararte diligentemente en todos los
conocimientos de las verdades eternas las cuales tu le prometiste a tu padre
Celestial que debías guardar….” Palabras que quizá en estos momentos
entiendo con más claridad, que antes, y empiezan a tener sentido. Porque se me
dice que en la existencia pre-terrenal fui muy obediente a nuestro padre
Celestial y que le prometí guardar todas sus verdades eternas, lo que día a día
me estoy esforzando por hacer. También me hizo recordar a mi meta de poder
tener una familia eterna, meta que anhelo bastante cumplir, y que planifiqué
para que en menos de un año, cuando retornara de la misión, pudiera sellarme en
un santo templo. Meta que luchare por lograr, cumplir, a pesar de las
circunstancias actuales. Sé que Dios oirá mis oraciones y me ayudará con esta
meta.
Cuando hablé Cecilia, la joven de
la que hable anteriormente; le invité a que se diera la oportunidad de volver a
escuchar a los misioneros y pensé, que
si regresaba de la misión, en dos años, y no se pudiera retomar nuestra
relación, el sentimiento y el testimonio que podría obtener producto de aceptar
el evangelio verdadero compensaría grandemente el sentimiento de lo que no se
iba a realizar. Aunque no se lo dije, sabía que era cierto. De igual manera hoy
puedo pensar que el testimonio que tengo
de la iglesia, me mantendrá en la senda correcta. Aún cuando en verdad es
demasiado duro para mí el pensar que no podré salir a servir.
El presidente Caussé sigue diciendo “…..Todos podemos llegar o regresar al círculo de la vida….(El profeta Tomas
S. Monson dijo) El futuro es tan brillante como su fe. La confianza en que el
señor nos dirigirá y acompañara para conseguir nuestro destino…” Hoy, en verdad puedo decir que mi fe, no solo
ha vuelto a ser la misma, del tiempo de mi bautismo hasta mi accidente, sino
que es mucho más grande y fuerte. Estoy
agradecido a todas las personas que me pudieron ayudar para poder estar donde
estoy y
por esa fe que nunca desapareció en mí, a pesar de estar alejado de la
iglesia, por los cuales pude regresar al círculo de la vida de Dios.
Hoy yo soy el pionero de mi propia familia. Yo soy el primer eslabón de lo
que será una cadena eterna. He leído de
nuevo mi bendición patriarcal, en ella el señor confirma que estoy atado a la
tribu de Efraín y debido a ello mediante mi fidelidad seré heredero de las
inmensas bendiciones prometidas as Abraham, Isaac y Jacob. Dios le prometió a Abraham ,
que cuantos reciban este evangelio serán llamados por su nombre y serán
considerados como su descendencia y se levantarán y le bendecirán. Creo
firmemente que esa promesa también es para mí. Creo firmemente que en el día
dichoso en que los leones con mansos corderos se acuesten, en paz gozaré
bendiciones. Esa certeza, que la siento tan real, se que es verdad y se que se
hará tangible en el debido tiempo de Dios.
Al leer bendición patriarcal, desde hace varios días atrás y más hoy, he puesto atención especial a las
promesas que DIOS me ha hecho personalmente, He reflexionado en cada una de
ellas, y he comprendido el significado para mí. Sé que esas promesas pueden ser
tangibles y ser reales si me esfuerzo
por hacer mi parte y teniendo la certeza de que Dios hará la suya.
Cuán grande la suerte de Helaman que su padre pudo guiarle, aconsejarle
para que él pueda edificar su vida en base a la rectitud y en el temor al
Señor. Al escuchar las palabras de Alma que dicen….Recuerda hijo mío Helaman, pero si guardas los mandamientos de Dios
y cumples con estas cosas que son
sagradas he aquí ningún poder de la tierra y del infierno te la puede quitar,
porque Dios es poderoso para cumplir sus palabras, porque el cumplirá todas las
promesas que él te haga pues ha cumplido sus promesas que él ha hecho a nuestros
padres. Reafirmo los sentimientos que siento al leer mi bendición
patriarcal y al saber que esas promesas se van a cumplir.
Sé que el cumplimiento de las promesas de Dios siempre está ligado a la
obediencia a las leyes y en las cuales
se basan…por otro lado esas promesas no aseguran que todo lo que ocurra en
nuestra vida se hará conforme a nuestras
expectativas y deseos, sino que sé que, más bien las promesas de Dios garantiza
que lo que nos suceda será de acuerdo con su voluntad. Por experiencias como
esta he vivido que a veces se presentan
pruebas inesperadas que tengamos que superar, a veces las bendiciones
prometidas se demoran mucho pero llegara el momento en que en el cual sabremos
que esas pruebas y esas demoras eran para nuestro bien y nuestro progreso
eterno.
Lo máximo que deseo en la vida es alinear mi voluntad con la voluntad del
señor. Aceptar su plan para mi vida. Sé que Él lo sabe todo desde el principio,
y tiene toda una perspectiva que yo no
tengo y que su amor por mi es infinito.
Cuando regresé a la iglesia me propuse la meta de que mi preparación
académica y mis planes no me impedirían participar de las reuniones dominicales.
Acepte trabajar en varios llamamientos, lo cual requería varias horas de
trabajo. Volví a trabajar en la obra misional como siempre. Por eso confió en
que el señor reconocerá mi fidelidad y me ayudará a cumplir mis objetivos.
Mis oraciones y ayunos se volvieron más fervientes y tenía plena confianza
que el señor cumpliría todos mis deseos, desafortunadamente las cosas
resultaron de una forma muy diferente a lo
que yo esperaba. Aun hoy me siento un poco afligido y en momentos muy
cortos he pensado que Dios me había abandonado pero he logrado comprender que
no es así. Porque ¿Como podía el señor en abandonarme cuando yo había
perseverado en mi fidelidad?
Puedo decir que desde el 2011, por dos años he hecho solo dos cosas. Apoyar
en la obra misional y apoyar en mis llamamientos con todo mi corazón. Ni siquiera le he tomado igual importancia a
mis estudios universitarios y a obtener dinero, como a las dos primeras. Eso no
significa tampoco que he descuidado mi formación académica, y mi superación
profesional.
Tuve una experiencia muy similar al del Presidente Caussé cuando un día me
llamaron para trabajar en una Entidad Publica importante de la ciudad. Con mi
llamamiento a cuestas, no sabía qué hacer. Llamé a mi presidente de Estaca y a
mi obispo que me exhortaron hacer una oración para preguntar que debía hacer…
Una cuadra antes de llegar a la oficina donde sería mi entrevista, me encontré
con un amigo mío, miembro de la iglesia, y me dijo que aceptara el trabajo y
que les dijera que tenía tiempo disponible, aún si me hacían firmar un contrato
por un tiempo que superase la meta que me habían puesto. En oración pude entrar
a la oficina y hablar con el Jefe de personal, y cuando me extendió el
contrato, tome valor para explicarle mi situación, le expliqué que pertenecía a
la iglesia y estaba a punto de salir a una misión. Esperando yo el rechazo,
milagrosamente me dijo el jefe que tenía muy buen concepto de los miembros de nuestra
iglesia. Le expliqué acerca de mi meta
que me impediría poder firmar el contrato.
Muy apenado yo, pero sabía que hacía lo correcto, salí sin obtener ese
trabajo, pero con la promesa de que si en dos años regresaba y él jefe se
encontraba en el mismo puesto, podría tener el trabajo. En las circunstancias
actuales, aún no se qué voy a hacer, con respecto a esto, pero pronto tomaré
una decisión y sé que se hará conforme a la voluntad del Padre.
Soy sincero, pero después de la noticia del 21 de octubre, también en
momentos he abrigado un sentimiento de fracaso, insignificancia e incluso de
injusticia. Pero son sentimientos que se borran al recordar mi testimonio, mi
fe y mis obras. Ruego a Dios que no se malinterpreten estas palabras, porque sostengo que Ustedes son los siervos del señor
y tienen la autoridad y la potestad para tomar decisiones concernientes a la
edificación de Sion en la tierra. Seguramente me tomará un tiempo poder
entender lo que me está pasando, pero en oración y ayuno mantengo mi mente bien
abierta para poder obtener una respuesta de qué esa es la voluntad de mi padre
Celestial. Sé que él responde oraciones y sé que responderá la mía. Sé que el
señor guía mis pasos literalmente.
Después de hacer todo lo que esté en mi poder, si las cosas no salen como lo
espero, estoy dispuesto a aceptar la voluntad del padre celestial. Sé que él no
impondrá nada que ultimadamente no sea para mi bien. Estoy orando y ayunando
para detectar esa voz tranquilizante que me susurró, me susurra y me susurrará al oído y me dirá: toda carne está en mis
manos quédate tranquilo, que yo soy DIOS.
Tengo plena fe y confianza en las promesas de Dios. Porque sé que la fe
verdadera y pura requiere una certeza inquebrantable y la absoluta confianza en
que DIOS escuchará mis suplicas y concederá mis peticiones en el propio y
debido tiempo de El. No importa el lugar donde viva y cuáles sean mis
circunstancias, sé que cada día mi recto vivir, que manifiesta fe en
Jesucristo, verá más allá de las aflicciones, decepciones y promesas no
cumplidas. Es maravilloso poseer esa fe que me permite ver ese futuro, en la
que yo pueda recibir las promesas que son solo para mí y que figura en mi
bendición patriarcal.
Las circunstancias de mi vida en este momento, son muy diferentes a lo que
yo había planeado desde que empezaron los deseos fervientes de servir Sin embargo
soy feliz de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días. Soy feliz por cada prueba, desafío, aflicción, debilidad, que he
experimentado y ue he superado. Soy feliz, porque a pesar de todo se que Dios
me ama y soy de gran valor ante sus ojos. Confió que el contestará mis
oraciones a su manera y en el momento adecuado.
Tengo que prepararme para aceptar su voluntad en todo. Porque es algo que
tengo que aprender y debo seguir aprendiendo. Pero pongo mi mejor empeño para
seguirle y consagrarme a El. Sé que mi futuro es tan brillante como mi fe. Dios
me conoce y me ama. Tengo fe en sus promesas. Tengo sueños y metas y estoy
trabajando por lograrlas, dejaré que el señor haga lo suyo, porque sé que él
puede llevarme a lugares donde no puedo llevarme yo mismo. El me convertirá en
algo que no puedo lograr por mí mismo. Es mi oración aceptar su voluntad en
todo momento. Sé que debo estar preparado para hacer lo que él me mande e ir a
donde él me envíe. Deseo ser el hombre que él me está ayudando ser. Siento el
amor de mi padre en mi vida. Deseo ser
siempre ser fiel en todo momento y en todo lugar.
Sé que estoy aquí en la tierra, con una meta gloriosa, la de prepararme
para reunirme, con Dios. Sé que Jesucristo vive, y su expiación es un infinito
don de amor que abre la puerta a la felicidad eterna. La iglesia de Jesucristo
existe de nuevo aquí en la tierra. En forma perfecta. Con un profeta de Dios a
la cabeza, es un inmenso gozo y privilegio pertenecer a ella. Aún cuando algunos de los ocho testigos
apostataron, se alejaron de la iglesia y fueron excomulgados, aún cuando
ellos presenciaron con sus propios ojos
la maravillosa obra del libro de mormón y la restauración de nuestra iglesia,
mi testimonio de la veracidad de nuestra organización, se mantiene firme y me
mantiene firme a mi también.
Sé que me he visto sujeto a toda especie de tentaciones, y juntándome con
toda clase de personas, frecuentemente he cometido muchas imprudencias y he
manifestado las debilidades de la juventud y las flaquezas de la naturaleza
humana, lo cual, me da pena decirlo, me condujo a diversas tentaciones
ofensivas a la vista de Dios. Pero sé que esta confesión no es motivo para que
se me juzgue culpable de cometer pecados graves o malos, porque jamás ha habido
en mi naturaleza o disposición para hacer tal cosa.
Como afirma el libro el milagro del perdón “No hay ningún verdadero Santo de los Últimos Días que no preferiría
sepultar a un hijo o una hija, más bien que verlos perder su castidad, sabiendo
que la castidad es de mayor valor que cualquier otra cosa del mundo.” Al
igual que eso, podría decir que un joven realmente convertido hasta preferiría
ser sepultado antes de no poder servirle al señor en una misión. (Con esto no
creo que crean que estoy desequilibrado emocionalmente, o que puedo atentar
contra mi vida. Nunca haría eso, pues); me ha costado mucho estar en donde
estoy ahora, y gracias a las pruebas, aflicciones y debilidades que he tenido a
lo largo de mi vida, me han servido para obtener ese gran testimonio que tengo
hoy y que deseo compartirlo con el mundo. Gracias a todo lo que he podido
experimentar es que he podido incrementar grandemente mi fe, a tal grado, que
puedo decir (sin gloriarme de nada) que he podido hacer realidad y atraer cosas
tangibles en mi vida, superar retos casi imposibles y vencer barreras y miedos
que nunca pensaba poder superarlos. Es
esa misma fe en Dios y Jesucristo que me dicen que no tenga miedo, que no dude,
que siga firme. Eso estoy haciendo
Una de las pruebas más difíciles que estoy pasando en estos últimos días
es el sentirme parcialmente un fracasado en el ámbito profesional como le dije
hoy (11 de noviembre) a mi presidente de estaca. El enemigo sabe donde
atacarnos. Terminé la universidad en diciembre del 2011 con la promesa de salir
a una misión, le prometí a Dios que el 2012 - 2014 serían exclusivos para ÉL.
Tuve que renunciar a seguir avanzando profesionalmente, estudios de post-grado,
tesis, proyectos, porque sabía que impedían mi preparación como candidato a
misionero. Hace dos meses rechacé una oferta laboral y hoy decidí también
rechazar otra porque tenía que ir a la entrevista en día de reposo. Muy aparte
de esos momentos en los que siento esos sentimientos, también me siento
confiado en que los talentos que Dios me dio me aseguran el éxito profesional,
si me esfuerzo, tal cual también se me promete en mi bendición patriarcal. No
tengo ninguna duda que este tiempo que le he dedicado exclusivamente a él, me
ha ayudado a aprender cosas que no aprendí estudiando y sé que la misión será
la mejor universidad de mi vida. Hermanos no quiero que vean, lo que digo, como
muestra de gloria mía. Sino que lo digo con toda la humildad, porque
personalmente como dije puedo conocer personas, lideres, misioneros que
quebrantan una u otra ley por considerarse “menor”, pero mi fe no está basada
en ellos, sino en Jesucristo, y la relación personal que tengo con él me exige
más que los demás. Exigencia, por la cual estoy muy agradecido, y por la cual
me esfuerzo para estar a la altura de sus expectativas.
Hay momentos en los que digo está bien, ya no intentaré nada más y no iré
a servir, entonces mi corazón, alma, mente y fuerza, me llevan tiempo atrás a
la cama del hospital donde un amigo casi moribundo me invitó a salir a servir.
Me llevan a mi barrio en Jaén donde prometimos que le serviríamos. Me llevan a
una noche de octubre, donde me arrodillé a Dios y le prometí hacerlo pase lo
que me pase. Me lleva a recordar los rostros de todos los miembros de mis
barrios Morro Solar, Demetrio Acosta, Lambayeque, Urrunaga, que siempre me
animaron y animan en poder seguir firme con esa meta. También me llevan a un
futuro próximo, y veo a mi familia, mi esposa y mis hijos aferrados al
evangelio de Jesucristo, producto del camino que les marqué, me llevan a mis
futuras generaciones que recibirán las bendiciones producto de mi esfuerzo,
como siervo del señor. Después de hacer todo lo que está en mi parte, dejo que
el resto lo haga Dios, nuestro padre Celestial, mi padre Celestial.
Permítaseme terminar mi carta con palabras del Elder Joseph B Wirhtlin: “La perseverancia es una característica
positiva y activa. No es esperar inútil pasivamente que suceda algo bueno. Nos
da la esperanza al ayudarnos a entender que los justos fracasan solo cuando se
rinden y dejan de esforzarse”.
Permítaseme terminar mi carta con palabras de nuestro profeta Tomas S.
Monson : “Cosas maravillosas y gloriosas
están solo a su alcance si creen, obedecen y perseveran” y las palabras de
Gordon B. Hinckley: “No te preocupes, las
cosas saldrán bien”. . . “Solo quiero
decir que todo lo que aconteció de bueno para mi, comenzó con la decisión de
servir en una misión y dar mi vida para el
señor”
Quiero terminar mis palabras con una frase de mi canción favorita titulada
“Ser mejor”…”Señor! Estoy haciendo todo
lo que puedo (y lo que no puedo), para ser un hombre mejor”
Esta es, mi fe, mi testimonio, mis deseos, mi suplica, mi carta. La que envío,
esperando ser leída, meditada, consultada y respondida en espíritu de oración
procurando la guía del espíritu santo que testifica de Dios y Jesucristo. Esta
es mi parte y sé que Dios hará la suya. En el nombre de nuestro salvador y
redentor. Jesucristo. Amén.
CHICLAYO, NOVIEMBRE DEL 2012
ALDO LOZANO RUIZ
ALDO_1889@HOTMAIL.COM
976427404 - 250775
Conquista #1221 – J.LO - Chiclayo
Barrio Urrunaga – Estaca El Dorado
– Chiclayo – Lambayeque
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