jueves, 24 de mayo de 2018
A mamá en su día
Cuando tenía cinco años y desapareció por unas horas crucé
solo varias calles para ir a buscarla... meses más tarde no me pudieron
matricular en el jardín, porque no podía estar separado de ella sin llorar un
minuto...A los seis años, cuando seguíamos durmiendo en la misma cama, le dije
que siempre estaríamos juntos y que nunca me separaría de ella, es más,
llorando le prometí que si Diosito se la llevaba al cielo algún día, yo me iba
con ella también
Sin embargo; los años pasaron y a los once, cuando la adolescencia
llegó, le pedí un cuarto para mí solo..A los diecisiete me fui de la casa,
aunque solo eran seis horas las que me separaban de su lado... A los
veinticuatro, ya estaba a doce horas más lejos y un año después ya eran más de
dos mil kilómetros los que nos separaban...
Yo creí que me iba cada vez más lejos por buscar una mejor
vida para ella; ella llamaba casi todos los días; llamaba un lunes por la
mañana, cuando llegaba cansado a dormir, y yo no le podía contestar; llamaba un
feriado por la tarde, yo le decía que estaba trabajando. Yo; trataba de
compensar esos desplantes regresando a casa una o dos veces al año, con un ramo
de rosas o una torta en su cumpleaños, pero veía en sus ojos que eso no era
suficiente...
De niño, le dije que nunca nos ibamos a separar. De adulto
me preguntó por qué la había abandonado. Mucho tiempo pensé de manera
equivocada que cada vez que me iba lejos lo hacía por ella; pero hoy, que estoy
nuevamente junto a ella, me doy cuenta, en su rostro sencillo y tierno, que
aquello que la hace infinitamente feliz, es el simple hecho de estar... otra
vez juntos.
Gracias por todos tus sacrificios, por todo el amor que a
pesar del tiempo me hace sentir como un niño. Gracias por ser el mejor regalo
que me ha dado Dios. #TEAMOMAMÁ
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